Llega el calor al Mediterráneo y, en cuanto sube la temperatura, muchos de los habitantes marinos comienzan sus rituales de apareamiento. Uno de ellos es el pez Symphodus cinereus.
Este lábrido se esmera mucho en construir su nido. Con apenas 10 cm (máximo 15) las hembras y los machos se visten con sus libreas diferentes en el periodo reproductor: el macho es grisáceo a pardo con manchas de tonos brillantes cuando está en este periodo reproductor, destacando dos manchas azuladas: una en la aleta dorsal y otra en el pedúnculo caudal; la hembra tiene un color gris de un tono semejante a la arena.
Viven en zonas mixtas de arena y pradera de Posidonia a poca profundidad. Desde mayo a junio los machos se encargan de construir los nidos, juntando restos de algas, hojas de Posidonia caídas, conchas y arena. Buscan el refugio de las praderas de Posidonia y, entre los claros de arena, construyen meticulosamente su nido.
El nido terminado es un estímulo para que la hembra pueda empezar a depositar sus huevos, siempre que le guste y lo considere adecuado, así que primero tantea el terreno.
Si está conforme, ambos individuos extienden sus aletas, a la vez que el macho luce su mancha azul, que se vuelve brillante. Si todo va bien, se procede a un cortejo que acabará por convencer a la hembra que es ahí donde debe depositar sus huevos.
Si el macho es exitoso puede unirse otra hembra para depositar allí también sus huevos.
Tras el depósito de los huevos el macho se apresura a fecundarlos, sin perder de vista la posible presencia de intrusos que buscan un festín de huevos rico en alimento.
Con los huevos ya fecundados, el siguiente paso es garantizar su supervivencia. Así que el macho tiene que, además de defender el nido, mantener los huevos oxigenados. Para ello, realiza movimientos ventilatorios que generar una corriente de agua fresca y oxigenada hacia el interior del nido, mantiene la entrada y las inmediaciones limpias de restos de algas o conchas que puedan complicar el desarrollo de los huevos, y aleja a los peces, moluscos o crustáceos que buscan aprovecharse de un alimento tan nutritivo como son los huevos recién fecundados.
El cuidado del nido se da hasta que los huevos eclosionan y las larvas empiezan a nadar.
Esta época es muy buena para observar cómo los animales marinos se reproducen, en el Mediterráneo fluye el fervor de la primavera. Por todo esto, debemos extremar las precauciones cuando buceamos, teniendo cuidado de no perturbar a los animales y ser meros observadores de estas conductas. Cuidando los movimientos de las aletas para no destruir, sin darnos cuenta, algún nido o alguna puesta.
Y sobre todo estad atentos y disfrutad de lo que veis!
Mercedes Varela
Doctora en Biología Marina por la Universidad de Alicante.
www.posidoniaecosports.com
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